Desde el primer día que la conocí me sorprendió su belleza, pero sobre todo su humildad, dice “soy campeona del mundo de tal”, como si nada. A los 12 años Raquel Domíguez comenzó a sentir molestias en su brazo derecho, a los 19 en el brazo izquierdo. Le diagnosticaron una Osteopatía Ideopática Bilateral. Desde entonces ha pasado por 23 operaciones y tiene amputadas las escápulas. El resultado es una Artroescapulectomía Bilateral, lo que se traduce en que tiene atornillados los brazos al tronco y la musculatura de su tren superior ha desaparecido.

Actualmente es colaboradora de la Fundación Adecco, deportista con discapacidad y actriz de doblaje.

Comprendí hace tiempo que no hay que ser el mejor del mundo, sino el mejor para el mundo.

La conocí hace unos años cuando impartía una conferencia que me impactó. Me llamó la atención su forma de ser, pero, sobre todo, su ACTITUD. Entonces empecé a seguirla, gracias al deporte hemos coincidido en distintas pruebas, he podido ver lo que hace y valorar los logros que ha conseguido.

Raquel: No me gusta la palabra superación, yo no me siento superior ni más importante por lo que hago, lo hago porque creo que es mi deber, es lo que tengo que hacer.

[Fue campeona del mundo de Duatlón en 2016, campeona de Europa de Duatlón y campeona de España de Triatlón en 2017. En 2018 logró ser campeona de Europa de Acuatlón y Duatlón, campeona de España de Triatlón y Duatlón, y campeona de Andalucía de Triatlón.

Antes de diagnosticarle esta enfermedad ya practicaba jiu jitsu y judo, y después se animó con la natación, la carrera y más tarde la bicicleta. “No puedo superar los 35 km/hora, porque pierdo la verticalidad”, comenta Raquel. Aunque empezó a practicar las tres disciplinas por separado, pronto se dio cuenta de lo “divertido” que era mezclarlas: “¡engancha!”, explica.]

Juan Luis: Claramente en tu vida tenías dos opciones, quedarte en casa lamentándote de tu situación, o hacer lo que estás haciendo, ¿por qué tomaste este camino?

Raquel: Hay más gente que se queja sin enfermedad que los que sufrimos alguna. Si nos quejamos de algo, tenemos que intentar cambiarlo como sea. Tendemos siempre a maximizar lo negativo y minimizar lo positivo. Es como cuando estamos ante una ventana desde la que vemos un espectacular paisaje y de pronto vemos en el cristal una mota o suciedad y dejamos de contemplar el paisaje. Si cada día nos centramos en esa mota puede eclipsarnos la vida que está tan llena de cosas buenas.

Si no me limita una enfermedad, ¡cómo me va a limitar la edad! Lo único que nos limita en nuestra vida es nuestra mente.

Juan Luis: ¿Qué edad tienes? ¿te limita tu edad?

Raquel: Tengo 45 años, y si no me limita una enfermedad, ¡cómo me va a limitar la edad! Lo único que nos limita en nuestra vida es nuestra mente.

Juan Luis: En mi conferencia siempre defiendo que todo se puede hacer siempre que seamos conscientes de nuestras limitaciones, y por lo que veo, tú tienes muy claras y asumidas cuáles son las tuyas.

Raquel: Tengo muy claro qué no puedo hacer, pero centro mi vida en lo que puedo y deseo hacer. Si quiero hacer algo pongo el foco en cómo adaptar ciertas cosas para conseguir hacerlo. Hay camino para todo en esta vida.

Juan Luis: ¿Tienes dudas o miedos?

Raquel: Miedo en sí mismo no tengo. En alguna operación, me ha dado un choque anafiláctico, y en ese momento soy consciente, ¡coño, qué me muero! Y no tengo miedo. Antes de entrar en cada operación beso a quien tengo que besar, respiro y me intento ir en paz.

[No deja de sonreír]

Una enfermedad o discapacidad no es aguantar los dolores, operaciones, etc. Sin duda lo que más cuesta es ver sufrir a los que te quieren.

Juan Luis: ¿Qué es para ti tu familia?

Raquel: En mi casa soy el eje, el cascabel, todos tiran de mí, aunque todos aprendemos de mi madre, que es un ángel. La da mucho miedo que me caiga, pero si yo soy feliz, ella es feliz. Recuerdo muchas cosas de la rehabilitación, a todos nos dolía algo. Un día se abrió la puerta y al final del pasillo vi cómo le dolía a ella, y desde entonces hago lo posible para que sufra lo menos posible. Una enfermedad o discapacidad no es aguantar los dolores, operaciones, etc. Sin duda lo que más cuesta es ver sufrir a los que te quieren. Soy consciente de que hay cosas que no puedo evitar, es lo que más me ha costado asumir y todavía no asumo.  

Juan Luis: ¿Tienes dolores?

Raquel: A diario, pero los controlo concentrándome y bajando el ritmo cardiaco. Sonreír y el deporte son dos cosas que me ayudan a superarlos.

Juan Luis: ¿Tú tienes días o noches malas?

Raquel: Por la noche es cuando empiezan los dolores. Yo tengo problemas pero sé que tengo que posicionarlos para que no me supongan una barrera para superarlos. Si yo me dejo caer, esto me come a mí [se señala la espalda]. Tengo mis preocupaciones y hay cosas que me ponen triste, pero yo intento no irme abatida a la cama.

Mi único reto es ser mejor persona.

Juan Luis: ¿Cómo reacciona la gente ante tu discapacidad?

Raquel: Nadie ve que tengo una enfermedad, todas las personas con discapacidad tienen que luchar contra la sobre protección y yo, al contrario, he sido discriminada por no parecerlo. Una de las veces que he tenido que pasar un tribunal médico me dijeron que tenía muy buena cara para estar enferma y le tuve que contestar, “la enfermedad la tengo en los brazos, no en la cara”. Parece que porque tengo una discapacidad no puedo ir con los labios pintados y con una sonrisa, han llegado a hacerme mobbing por tener buena actitud y querer ser una más en la sociedad.

Juan Luis: ¿Qué son para ti los retos?

Raquel: Yo no me pongo retos, bueno sí, mi único reto es ser mejor persona. Pero cuando digo, voy a intentar hacer algo, para mi no es un reto, es una ilusión. Tengo mucha imaginación y soy bastante creativa se me ocurren muchas cosas como a una niña pequeña y por eso lo veo como un juego.

Nos han enseñado que el éxito es individualista y nos hacemos parcelistas de un mundo irreal.

Juan Luis: ¿Cómo ves la sociedad?

Raquel: Creo que la sociedad está desubicada, la sensación que tengo es como cuando un montón de palomas alzan el vuelo y generan mucho ruido. Hemos perdido el rumbo. Nos han enseñado que el éxito es individualista y nos hacemos parcelistas de un mundo irreal.  Nos creemos que no nos afecta lo que está pasando en el mundo, y hoy día nos afecta todo.

No obstante, estoy convencida de que hay más gente buena que mala, pero la gente no se moja y nos hemos convertido en borregos.

Juan Luis: ¿Qué haces cuando no entrenas ni trabajas?

Raquel: Soy bastante contemplativa, me gusta ir al embarcadero del río a caminar. Las cosas se sienten o no se sienten y yo quiero sentir y hacer sentir, no vivir a toda costa. Soy una persona de paz, como el mar, inquieta de mente, pero tranquila.

Juan Luis: ¿Sueles llorar?

Raquel: Ahora lloro más, siempre he intentado guardarlo para no hacerle daño a mi entorno, pero no me da vergüenza, al igual que no me da vergüenza decir “te quiero”. Creo que se están devaluando los sentimientos porque hoy día es una excepcionalidad dar un abrazo o decir “te quiero”. La gente tiene tantas máscaras que no sabe identificar cuándo te llega un sentimiento u otro y piensa que hay una segunda intención en todo.

Una de las cosas que me caracterizan es mi sonrisa, la cosa más sencilla del mundo, y me preocupa que algo tan cotidiano sea una excepción.

Juan Luis: ¿Cómo ves tu futuro?

Raquel: Nunca visualizo mi futuro, ¡mí mejor día es hoy! No tengo ni idea, soy consciente de lo que tengo y no soy capaz de verme más allá de mañana. Lo único que quiero es seguir manteniéndome como soy hoy, porque como te he dicho, hoy es mi mejor día. Quiero mantenerme porque mi camino ya está orientado. Comprendí hace tiempo que no hay que ser el mejor del mundo, sino el mejor para el mundo.